miércoles, mayo 16, 2007

OROÑO



Y al tiempo que entonaban la sonata craquelada, las hojas estelares se tiznaron de un color lento.

martes, mayo 01, 2007

AQUÍ EL TRABAJO

(Y de cómo la angostura de lo amargo, resume el impulso vital de ciertos.)

Cuando me vengo en la mañana, para ir a trabajar, de sólo ver tanta cara desafinada, quiero agarrarme las piernas y volver.
En el bus, si la torpeza matutina hace escupir a alguien una sonrisa en voz alta, cientos de ojos cercenadores interceptan la osadía del bocón.
“A ubicarse bien, que la vida NO es un JUEGO, pues. Que sin alcoholes a destajos nunca hay de que reír”- Exclama por debajo de las cejas el micrero, el pobre conductor con su visión de mundo sustraída, aquel primer matón de las ilusiones tempraneras, que nos choferea hasta la entrada de nuestra ancestral obligación: EL TRABAJO
Y, empieza el trabajo. Este confín de hechos sin recuerdo en el que deberíamos brindar nuestro talento y servicio, pero en el que generalmente terminamos perpetuando nuestras mayores vilezas sordas: crítica, envidia, codicia, mentira, indolencia, depredación, contumacia y manutención forzada de uno mismo.
“Trabajo, trabajo, lo más importante es el trabajooo!!!”
Sólo una tribu sapiens ungida por el signo zodiacal de Virgo, proclamada independiente un 18 de Septiembre, puede autocondecorarse el pecho con una enorme T invisible. Sin embargo, aunque tanto nos pavoneemos con el cumplimiento del mandato laboral, resultó ser que ese 1810, como ascendente se nos asomó Sagitario en lo alto y entonces, mi querido pueblo del diablo, se nos insertó la flecha del centauro arquero por el hoyo del traste y desde ese momento sólo quisimos lanzarnos de panza al vino, a la fiesta, al sexo casual y a la dionisíaca pereza de darnos mil vueltas por ahí por puro deleite y sin objeto fijo. O sea, cuando en buen chileno “sacamos la vuelta” en vez de enfocarnos en el rutinario quehacer diario, es porque nos arden las pezuñas aventureras por tirarnos a gozar la buena vida y poca vergüenza... pero antes que el rostro se afine demasiado en su tono, la mano virginal nos tuerce las orejas de burros insurgentes y una vez más abordamos los buses que a la muerte del día nos devuelven a nuestras correctas y asumidas realidades.
En nuestras oficinas, día tras día el conformismo derroca a la pasión y a sus impulsos inspiradores, soñar es padecer incoherencias cuando dormimos, un cesante es siempre un sospechoso y la felicidad se cuantifica en horas hombre...
Hoy, desde mi pequeña guarida laboral, lustro mi gen de súper héroe... el trabajo es una mera actividad aparente y en cada minuto libre concurro a vivir mi verdadera misión.


FELIZ DÍA DEL VERDADERO TRABAJO