jueves, febrero 22, 2007

TARDE

La tarde ya está vacía.

Pasó el minuto colegial y el redaño tempranero.

Se le antojó una salvedad,
más la criada no fue a atenderla,
puso mano y vientre en pulir el deseo ajeno
y en desavivar su sino viable,
por jugarle los días al patrón.

A vista mía y de los mismos
se enfrenta el cielo con el televisor,
encienden ventanas de miradas yermas,
los niños que tarean hasta la cuenca del atardecer.

En la mesa de la plegaria tardosa,
el pan se calienta, y frías
a las horas se las lleva.