martes, marzo 06, 2007

Ventura Austral

Antes de la lluvia, salimos a aplanar un poco más el pavimento de Pucón. Pasado el rato, decidimos entrar en una tienda. Tras el mesón, un hombre antiguo nos recibió con la mayor calidez que he percibido de un dependiente en años. En silencio, su mirada respetuosa nos acompasaba sin intimidar. Su presencia animaba a cada objeto visto, marcándole el ritmo a nuestros ojos para que volvieran a observar.
Entre las repisas, encontré unos juegos de posavasos inscritos con las famosas preguntas de Neruda y comencé a leer cada una de ellas en voz semialta : ¿Porqué se suicidan las hojas cuando se sienten amarillas? , ¿Quiénes gritaron de alegría cuando nació el color azul? , ¿Cómo se llama una flor que vuela de pájaro en pájaro? ... Dieciocho veces pregunté y una sonrisa pronunciaba el anciano tras escuchar cada acertijo. "Vuelvan cuando quieran", fueron las tres palabras honestas con que nos despidió.

Luego, al salir a la calle, fuimos llamados desde la altura.
El Tiuque, ave príncipe del nubarrón sureño, clamaba por hacerme levantar la vista, para clavar en mi frente su ojo inmunizante. Su graznido, silbó como el compendio de todas las músicas del mundo. Al cerciorarse de que así lo había comprendido, el pájaro arribó en su propio vuelo.
El frío exprimía a la tarde y comenzamos a apurar el paso.

En una esquina, la vitrina de un restaurant exhibía una gran parrilla ardiente. Al pasar al frente de las llamas, las saludé distraída, sonriéndome como siempre, al sentir su calor. De golpe, mi visión tosca fue convocada y tuve que ver.
Al frente de las brasas, un pequeño niño, seguía concentrado el movimiento que dibujaba el fuego a través del cristal. Sus ojos corrían con esmero detrás de cada rulo y chispazo que procedía del fogón. Pareciendo estar bajo la seducción de una sustancia que me gustaría probar, sus brazos hipnotizados comenzaron a levantarse y fueron improvisando una danza tribal. El pequeño homenajeaba al fuego, dictándole su trayectoria, abriendo los puños para crear explosiones y despertando con sus manos a las llamas que aún dormitaban bajo el carbón.

Me abracé a mi acompañante y dejé que las lágrimas me barnizaran el momento.
Había sacado a mi lucidez de su remojo en tedio y los tersos regalos de la vida llegaban para instalarse en mí. Paz, Visión, Creación, se me ofrecían sin envoltorios la tarde en la que cumplí 29 años.

11 comentarios:

matlop dijo...

me disuelvo
en tu sonrisa


M.

Anónimo dijo...

El tiuque resuena en mi alma. Atrás la sonrisa del viejo, y la hipnosis del niño. Siempre reconocemos lo que es nuestro en los crepitares del fuego de la infancia. Así hipnotizados, vemos el ondulante incendio de nuestros corazones y la infancia descubridora sigue resonando en las venas.
Hermoso recordatorio de la inocencia, del tiempo de las preguntas inútiles, de los días sin metas, de los saludos sin esperar retribución. Que nos concedan nuestros dioses internos la sagrada dicha de vivir sin metas, sin objetivos y con el sólo propósito de crepitar como el fuego....
Gracias por tu pincel verbal, tu prosa fueguina y tus ojos inocentes!!!

JPU

Francisco Ide Wolleter dijo...

quién es alejandra?

Natalie Sève dijo...

Matlop

Gracias por cambiar tu estado de materia en este blog.

Anónimo

Gracias por redescubrirme, a pesar de todo lo dicho tantas veces, gracias por tu inagotable destreza para acompañarme y para vivir a mi lado los recuerdos extraviados que te ofresco.

Francisco

Alejandra es solo el nombre de una persona que ocupó el computador antes que yo y quedó registrada en gmail sin que me diera cuenta.

Abrazo

almayer dijo...

esto que has escrito es real, si algún día hago unas memorias te llamaré para que me reinventes.

escuchando a mertens un achuchón.

Anónimo dijo...

Me acordé cuando una vez en el colegio nos hicieron contestar preguntas de Neruda, todo el colegio contestanto una tarde entera... y nos volvimos como niños, todos en el patio de los 5 a los 19 años, todos niños...

Gracias por recordarme la magia de la niñez, así como el anciano de la tienda, ser niños es la base para tantas respuestas que el adulto ignora...Gracias por ser tú... y por tus siempre luminosas palabras

Clarice Baricco dijo...

Me gustaron tus sentires, sobre todo esa emoción de estar en esa tienda con ese hombre.
Sensibilidad en tus calles pisadas
con un año más de vida a cuestas.
Feliz número 29.

Gracias por tu visita, un placer leerte.

Natalie Sève dijo...

Paulette: gracias hermana por abrir tu recuerdo, para pintar en mi mente una nueva imagen que me acompañará.

Clarice: agradesco tus buenos deseos y el detenerte un segundo para compartir mis sentires.

Abrazos

Anónimo dijo...

Natalie SEVÈS:

Me alegra leer a alguien que reboza de alegría, que no se preocupa de saber qué es el tiempo; que aprovecha sus años como buen regalo metafísico.

Maravillarse de las virtudes como también de la Creación es remedio supremo para la angustia y el sufrimiento existencial que presiona como velo venenoso a los hombres.

Mi saludo,

Leeré este blog con más periocidad, primera que accedo a él.

Natalie Sève dijo...

Luis:

gracias por poner en palabras lo que rebalsa mi intuición.

Un abrazo

Enrique de Santiago dijo...

"Para clavar en mi frente su ojo inmunizante" Que bella descripción, para detectar el alma del Tiuque.
Se puede respirar el aroma sureño, tu manera de describir es única, bien por eso, mereces honores Natalie